El Club Deportivo Saladar se gesta como la ilusión de un grupo de Ingenieros de Obras públicas. Uno de ellos, Emilio Gastaldo, fue el que se encargó directamente del proyecto y trajo a Silla, su pueblo natal, el Saladar.
A partir de aquí, corría el año 1973, comienzan las obras, la captación de socios y se contrata a Francisco Rosales, primer empleado del club, hoy jubilado y Socio de Honor del Club Deportivo Saladar. Además de Francisco, son Socios de Honor los tenistas Marat Safin, Anabel Medina y Lola Ochoa.
Eran tiempos del baby-boom y muchas familias apostaron por dar una formación deportiva de los chavales, que venían pegando fuerte.
En la primavera de 1975 se inauguran las 4 primeras pistas y el bar de vestuarios. En aquellos tiempos el club estaba en precario y con muchas complicaciones, pero gracias al esfuerzo de socios com Victor Alcover, Salvador Olmos, Antonio Martinez, Fernando Peña y otros muchos, que dedicaron su tiempo y su saber hacer para que el club saliera adelante.
Pasaron unos años y se construyo el local social, con un gran restaurante, autoservicio y club social porque éramos un club deportivo joven, con una masa social importante que iba creciendo día a día y teníamos ganas de vivir intensamente el deporte. Lo mismo que somos hoy en día.
Durante todo este tiempo fueron pasando diferentes directivas que han ido marcando su impronta en el club, todas ellas de forma constructiva, para que el Saladar sea lo que hoy es: Un club dedicado enteramente a la práctica del deporte, dotado de las mejores instalaciones en 75.000 m2, dentro del Parque Natural de la Albufera, respetándola y compartiendo con ella momentos de vida. Algunos de ellos, inolvidables.
Y así, deportivamente, han pasado los años y el Saladar ha ido acogiendo y creando tenistas generación tras generación. Hoy gran parte de ellos son ya padres de familia. De esta familia cada vez más grande que integramos el Saladar.